En el 2010, el diario norteamericano The Washington Post publicaba ‘Top Secret America’, una ambiciosa investigación de casi dos años, que explicaba de qué manera las agencias de inteligencia de los Estados Unidos estaban infiltradas en el tejido empresarial y administrativo del país. Más de 2.000 empresas privadas y de 1.300 instalaciones del gobierno norteamericano espiando a los ciudadanos, justo después del 11-S del 2001, con la excusa de proteger de nuevos ataques.
A partir de su artículo ‘¿Cuánta vigilancia puede soportar la democracia? , publicado en la revista Wired hace unos meses, Luís Ángel Fernández Hermana (LAFH) y yo entramos en el tema del control de los datos personales y quiénes tienen acceso a ellos en estos momentos.
“Lo que ha ocurrido con Internet y las aplicaciones es que hay muchísimos datos registrados como tal, en manos de agencias de seguridad del estado, empresas, corporaciones, entidades, etc. Una parte importante de tu vida va a ser manejada por agentes externos a partir de la información que tienen tuya”, dice LAFH. “Te pongo un ejemplo: Puede ser que una pequeña invención que has hecho en España y vendido en Oriente Medio, te empieza a dar ingresos millonarios. Pero de repente, te aparecen siete competidores con el mismo producto y te derriban. Y tú dices: esto se debe a la competencia. Pues no, esto se debe a que las corporaciones funcionan con agencias de seguridad de gobiernos”.
Nuestra conclusión es que no es cierto que la vigilancia sirva para evitar el terrorismo o cuidar más por la seguridad del ciudadano.Sino que se hace por intereses puramente económicos.
Si es así, los gobiernos y partidos políticos están incumpliendo los derechos de los ciudadanos y, por consiguiente, el sistema político empieza a atascarse.
Les esperamos en el próximo podcast Ladridos al Amo. Dejénnos sus sugerencias y temas que les gustaría que trataramos.
¡Hasta pronto!