(Opinión publicada en el blog de Il Fatto Quotidiano (14-09-12). Versión en italiano aquí)
Si les cuento que todavía estoy emocionada por la gran manifestación que tuvo lugar el martes, 11 de septiembre en Barcelona, a favor de la Independencia de Catalunya, probablemente no me entiendan.
Pero no estaba sola: más de un millón y medio de personas (según la policía) recorrieron las calles conmigo, mostrando banderas catalanas y un grito único:In-de-pen-den-cia.
Quizás piensen que somos utópicos, que es imposible que una nación pequeña como Catalunya– oficialmente de 7,5 millones de personas– se separe de un país tan grande como España. Otros de los que me lean, creerán que somos insolidarios porque ahora que las cosas van mal económicamente, queremos separarnos del resto de españoles.
No hay respuestas sencillas para tales comentarios. En tan poco espacio, argumentar que durante siglos hemos ido acumulando desacuerdos con España que han chocado con nuestros mecanismos sociales, económicos, históricos, culturales y políticos es decirles muy poco. En cualquier caso, el Día Nacional de Catalunya sirvió para escuchar las voces del pueblo pidiendo la escisión de España.
Si eso fuera posible, ¿Catalunya sería un pequeño país dentro de la Unión Europea? Ser admitidos como tal nos llevaría tiempo, lo sabemos.
¿Podríamos ser económicamente independientes de España? ¿Qué significa exactamente eso? ¿Tendríamos que rescindir nuestros negocios, como catalanes, con empresas del resto de España? Por ahora, nuestros dos grandes pilares económicos son el turismo y las exportaciones.
Hace años que reflexionamos al respecto. ¿Cuáles son las ventajas y riesgos de esta separación? ¿Qué credibilidad tienen nuestras entidades financieras en el extranjero? ¿Están nuestros políticos preparados para dar este gran salto? Las dudas nos invaden cuando buscamos respuestas a estas grandes incógnitas.
Artur Mas, el presidente del gobierno catalán, ya ha respondido al millón y medio de manifestantes: “El objetivo es dotar a Catalunya de instrumentos para la plena soberanía económica”. En su discurso ha pedido a instituciones, asociaciones cívicas y partidos políticos catalanes ir juntos para conseguirlo. “No será fácil, pero todo es posible si hay voluntad y capacidad de resistir”, ha añadido.
El pueblo catalán tiene la esperanza y la moral alta por ahora. Al menos, hasta la próxima cita de Artur Mas con el presidente español, Mariano Rajoy, el 20 de septiembre.
Allá se moverán de nuevo las fichas del tablero. Y espero que no sea para proclamar el jaque-mate a Catalunya.
Hasta pronto 😉
Pd: La fotografia es de Michael Heringhause
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La cosa no hauria de dependre dels polítics de torn… De fet, no en dependrà -cal prendre nota de com es van afegir a correcuita a la manifestació els polítics que van dir que no hi anirien: visca la ‘coherància’!-… És el poble el que ha d’arribar fins al final o deixar-ho estar a mig camí…
Totalment d\’acord, Òscar però… deixem-los fer, a veure fins a on són capaços d\’arribar.
En cas que no vagin enlloc, estic totalment convençuda que el poble català prendrà decisions sense comptar amb ells.
Ara… jo pensava que escollíem a uns polítics, cada quatre anys, perquè fossin la nostra veu 😉 Ja, digue\’m ingènua (jaja)
Gràcies pel teu comentari