(Libro: La revolución de la riqueza. Comentario al cap. 5. “El choque de velocidades”)
Cuentan Alvin y Heidi Toffler que Estados Unidos, China, Japón y Europa se encaminan a una crisis que ninguno de ellos desea (el libro lo escribieron en el 2006, cuando supuestamente estábamos todavía en bonanza económica).
“Esta crisis inminente es el resultado directo del ‘efecto de desincronización’”.
Y explican que el origen de la crisis hay que buscarlo en cómo tratamos el concepto ‘tiempo’. “¿Qué ocurre cuando una institución va a tan alta velocidad que deja a kilómetros tras de sí a las otras institciones básicas de la sociedad?”.
Para responder a esta pregunta tan compleja proponen una analogía. Nos animan a imaginarnos una autopista por la que circulan nueve coches, que corresponen al ritmo al que evolucionan las diferentes instituciones de una sociedad. El ejemplo se basa en el funcionamiento de la sociedad norteamericana, pero… ¿y si lo observamos en la nuestra?
A 160km/h: Va el coche de las empresas, los negocios. Se mueven con rapidez y obligan a sus proveedores y distribuidores a cambiar en consonancia, impulsados por la competitividad. La tecnología va a un ritmo más rápido del que directivos y empleados pueden controlar.
A 145km/h: La sociedad civil va en este segundo coche. Y va apretujada. Miles de organizaciones de base (ONG), grupos profesionales, federaciones deportivas, órdenes religiosas, asociaciones de fabricantes de plásticos, activistas, sectas, detractores de los impuestos, amantes de las ballenas, etc. Exigen cambios en el medio ambiente, las regulaciones gubernamentales, el gasto en defensa, la ordenación del territorio municipal, la financiación de la investigación de enfermedades, las normativas alimentarias, los derechos humanos y mil causas más.
A 100km/h: El tercer coche lo ocupa la familia. Padres y madres solteros, parejas de hecho, parejas casadas de nuevo con hijos de uniones anteriores, matrimonios entre personas mayores y uniones civiles homosexuales. El sistema familiar se ha transformado. Por otro lado, la revolución digital, que facilita el trabajo a domicilio, trae al hogar el ir de compras, invertir o adquirir acciones. Con las tecnologías actuales, el wifi, los móviles, etc. la educación sale de las aulas. Y los mayores regresan a casa, estimulados por planes del gobierno. Todo cambia rápidamente en este coche.
A 50km/h: Los sindicatos. ¿Qué sucede con ellos? El trabajo cada vez es más portátil y tiene lugar en los aviones, en los coches, en hoteles y en restaurantes. En lugar de permanecer en una empresa con el mismo grupo de compañeros, los individuos se mueven de equipo y de proyecto constantemente. El paralelo declive de los sindicatos refleja el declive de la sociedad de masas. Los sindicatos tienen un papel residual que desempeñar, pero necesitarán un nuevo mapa de ruta y coches más rápidos para sobrevivir.
A 40km/h: Burocracias gubernamentales y agencias reguladoras. Van renqueando. Los políticos saben que es mucho más fácil poner una burocracia nueva en marcha que anular una vieja por obsoleta. La toma de decisiones de los gobiernos es tan lenta que lleva décadas lograr la aprobación de necesidades urgentes para la sociedad.
A 15km/h: Pero incluso las burocracias si miran por el retrovisor de su coche pueden ver a otros que le siguen. El sistema escolar diseñado para la producción en serie, dirigido como una fábrica, gestionado burocráticamente, protegido por poderosos sindicatos y políticos que dependen del voto de los profesores está de los últimos. Las escuelas son un reflejo perfecto de la economía de principios del siglo XX. Mientras, padres, profesores innovadores y medios de comunicación claman por el cambio. ¿Puede un sistema educativo que va a 15km/h preparar a sus alumnos para trabajar en empresas que van a 160km/h?
A 10km/h: Organizaciones intergubernamentales como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y muchas otras son las que circulan en el antepenúltimo coche.
A 5km/h: Todavía queda el coche de las estructuras políticas de los países ricos. Desde el Congreso a la Casa Blanca pasando por los propios partidos políticos. El actual sistema político jamás fue concebido para hacer frente a la gran complejidad y ritmo frenético de una economía basada en el conocmiento.
A 2km/h: Y si se pensaban que ya no podía haber nada más lento, se equivocan. La más lenta de todas las instituciones de una sociedad es la Ley. Ésta tiene dos partes: una la organizativa (tribunales, colegios de abogados, facultades de derecho y bufetes de abogados). La otra, es el corpus real de leyes que estas organizaciones interpretan y defienden. Mientras que los bufetes están cambiando rápidamente, los tribunales y las facultades de derecho permanecen inmóviles. Y el ritmo al que funciona el sistema es lentísimo, con importantes casos que se arrastran durante años.
Con este contraste de velocidades… ¿puede seguir creciendo una economía hiperveloz del siglo XXI? ¿O el ritmo lento, el mal funcionamiento y las instituciones obsoletas de la sociedad conducirán a la detención de su progreso? A medida que el cambio se vaya acelerando, las crisis institucionales se replicaran a otros países.
Habrá que ajustar el equilibrio de la sincronización y desincronización.
¡Hasta el próximo capítulo!
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(Ver los resúmenes de otros capítulos del libro: ‘La revolución de la riqueza’)
[…] I HEIDI TOFFLER al seu llibre La revolució de la riquesa (2006) parlava del xoc de velocitats en tots els àmbits i especialment en les institucions i països, justament en aquest moment Espanya esta aturada i Catalunya marxa a tota […]